CÁNCER DE MAMA EN JÓVENES: SE MANTIENEN CIFRAS, PERO  AGRESIVIDAD AUMENTA

El cáncer de mama sigue siendo una de las principales preocupaciones en salud pública, pero no existen evidencias científicas que indiquen un aumento real de casos en mujeres jóvenes. Así lo aclara el doctor William Constante Soria, cirujano oncólogo y mastólogo del Hospital Regional de Antofagasta, integrante de la Unidad de Patología Mamaria, quien advierte que lo que sí se ha comprobado científicamente es que los cánceres detectados en mujeres menores de 40 años tienden a ser más agresivos.

“Es una apreciación generalizada, incluso a nivel mundial, que parece haber más casos en mujeres jóvenes, pero eso no está demostrado científicamente”, explica el especialista. “Lo que sí se ha confirmado es que los tumores que aparecen en este grupo etario son biológicamente más agresivos, como los tipos triple negativo o HER2 positivo, que presentan un comportamiento más complejo que los cánceres diagnosticados en mujeres mayores”.

Cánceres más agresivos: un desafío creciente

El doctor Constante detalla que estos tipos de cáncer son más difíciles de tratar y suelen tener una evolución más rápida. “Hoy vemos cánceres en mujeres jóvenes con características biológicas distintas, más invasivas, y eso sí está claramente documentado. Aunque el número total de casos no haya aumentado, su agresividad sí es un factor clínico comprobado”.

En cuanto a las posibles causas, el especialista menciona factores como la postergación de la maternidad, los cambios en los hábitos alimenticios y una mayor presencia de mutaciones genéticas. “Las mujeres están retrasando el hecho de ser madres, lo que constituye un factor de riesgo conocido. También influye la alimentación y, aunque sigue siendo menor al 10%, el factor hereditario ha tomado relevancia con la aparición de nuevas mutaciones genéticas detectadas en estudios más amplios”.

Según el oncólogo, los avances en genética han permitido identificar mutaciones más allá de los genes BRCA1 y BRCA2. “Hoy se investigan otros genes, como el PALB2, entre varios más, que pueden tener relación con el desarrollo del cáncer de mama. Esto demuestra que la genética del cáncer es más compleja de lo que se creía hace algunos años”.

La detección precoz sigue siendo clave

A pesar de los avances científicos, el mensaje más importante continúa siendo el de la prevención. “El autoexamen ha perdido protagonismo en algunos estudios, pero yo sigo considerándolo relevante. Conocer el propio cuerpo permite detectar cambios, nódulos o secreciones que pueden ser señales de alerta”, señala el doctor Constante.

Respecto de los exámenes, el especialista reafirma que la mamografía sigue siendo el mejor método diagnóstico por su costo y eficacia. “A partir de los 40 años se recomienda la primera mamografía, y desde los 45 años, una vez al año. En mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama, el control debe iniciarse incluso antes: si la madre fue diagnosticada a los 45, la hija debe comenzar a evaluarse a los 35 años”, explicó el mastólogo.

Asimismo, advierte que en mujeres sin antecedentes ni síntomas, algunos países —como Canadá— han optado por controles bianuales. Sin embargo, en Chile y especialmente en el Hospital Regional de Antofagasta, los controles anuales siguen siendo la norma, por el valor que tienen en la detección temprana.

Conciencia y responsabilidad preventiva

El doctor Constante enfatiza la importancia de aprovechar los programas de salud pública disponibles. “Las mujeres entre 45 y 60 años pueden acceder gratuitamente a una mamografía anual, pero lamentablemente muchas no lo hacen. Por eso, cuando diagnosticamos cáncer de mama, en muchos casos llegamos tarde, con la enfermedad en etapas avanzadas”.

También hace un llamado a usar con prudencia los recursos diagnósticos. “No corresponde hacerse dos o tres mamografías al año sin indicación médica. Eso puede generar falsos positivos o sobreexposición innecesaria. La clave está en mantener un control responsable y guiado por un profesional de salud”.

Finalmente, el especialista subraya la necesidad de mantener evaluaciones periódicas. “Si una mujer decide postergar o no tener hijos, no significa que esté destinada a tener cáncer, pero sí debe ser más rigurosa con sus controles. Una mamografía, una ecografía y una consulta médica oportuna pueden marcar la diferencia entre un diagnóstico precoz y uno tardío”.

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